domingo, 30 de marzo de 2008

Anatolia. Día 2


El descanso reparador es el tesoro diario que recompensa al siempre esforzado e insatisfecho viajero.

Con la fuerza que aporta ese tesoro afrontamos la Capadocia después de pernoctar en el turístico Hotel Perissia, justo a las afueras de URGUP.

La Capadocia esta viviendo uno de los fenómenos más aplanadores del siglo pasado y del presente que esta asolando, igualando y desnaturalizando a nuestra vieja esfera Tierra: el turismo

Turquía, en su conjunto recibió el pasado 2007 unos 20 millones de visitantes. Este fenómeno, creciente cada año, es disfrutado y soportado por la Capadocia en su cuota parte. Su juventud, otrora emigrante, no solo vuelve sino que trae de la mano a su hermano de otros confines de las geografías del norte para, dándole la espalda a la agricultura, siempre (en el espacio y en el tiempo) mal pagada, zambullirse de lleno en el sector servicios, en donde, a falta de un mejor modelo (quien va a ser el primero en definirlo ?) están (mal)copiando los pecados del modelo occidental

El curioso paisaje que el viajero acabará por fijar en su conciencia y que caracterizara a la Capadocia para el resto de su vida es consecuencia de dos fenómenos físicos:




1.- la acción de los volcanes que tras erupcionar, cubrieron el terreno con dos subproductos típicos la tuba (porosa y erosionable) y el basalto (poderoso y duradero)




2.- la erosión, por el viento y el agua.




Ambos actividades, en combinación, consiguieron y mantienen en constante formación, las construcciones que el pueblo capadocio ha denominado Peribacalari (chimeneas de las hadas)
En resumen, el basalto, inatacable por la erosión alberga bajo si, la tuba que, cobijada, no escapa erosianada, dando forma a una suerte de símbolo fálico con capuchón que la versión para publico infantil ha transformado en un referente de cuento.

Estas formaciones se han mantenido con el paso de los siglos en las laderas de los valles, (Goreme, de la Paloma, del Cazador), en donde vienen encontrando mejor abrigo que en la planicie expuesta.




Como consecuencia, el habitante de la zona, orada la tierna tuba en las zonas recogidas y forma junto a sus hogares, primera necesidad a cubrir, simples (la física, la del cuerpo), una suerte de manifestaciones artísticas de semblanza bizantina, algunas con frescos memorables por factura y conservación, siglos XII y XIII, otros naif hasta la sonrisa con arquitectura, diriase pueril,(Siglo X) pero que indudablemente buscan dar respuesta a la segunda necesidad vital, compleja y elaborada, (la del espíritu, la del alma). Ejemplos son la Iglesia oscura y de la hebilla, exponentes del arte elaborado, o las Iglesias de San Basilio, Santa Barbara (maravillosamente primitiva) o San Honofre (Buen emplazamiento para escuchar "La voz" como hizo San Pablo camino de Damasco)




Por esas mismas características del terreno, su fácil excavación y resistencia simultanea, y por lo estratégico de su ubicación geográfica, en mitad del camino en donde se cruzan, no siempre amigablemente, las culturas indoeuropeas y "uroalticas", en Capadocia se da otra manifestación arquitectónica peculiar: las ciudades enterradas. Presumiblemente construidas para que los habitantes de la zona pasaran desapercibidos, en tanto que sumergidos en el terreno, enterrados en vida, al paso de las hordas otomanas. No se acaba de entender bien esa fijación cristiana de, maximizando la costumbre del avestruz, hundir su existencia ante el peligro.




Fuera aparte, la construcción es asombrosa, milagro de esfuerzo y tenacidad, ejercicio de ingeniería. Y de convivencia. Kaymakli y Derinkuyu son buenos ejemplos de ciudades subterráneas, presumiblemente habitadas en periodos limitados en función de las necesidades, entre los siglos VI y X. Daban cabida a unas 2000 personas junto a su correspondiente ganado, con un sorprendente sistema de ventilación, una no menos sorprendente dedicación a la uva, por su zumo (!?) y una no tan extraña, por habitual disposición de espacios comunales como iglesias, cocinas, graneros, ... Curiosas las ruedas de amolar o puertas (?) y las piedras, enormes, para amorterar o tableros de juegos(?) enigmáticas las ausencias de agua y toiletes

Por último, en esta por fuerza breve reseña y como vigías avizorantes de peligros acechantes, se erigen dos, también, peculiares castillos: Ortahisar y Uchisar, ambos singulares promontorios fueron horadados por sus primeros ocupantes a fin de proteger vidas y albergar pertenencias a la par que ser utilizadas como privilegiadas atalayas y desde ellas avistar la llegada del enemigo. Se han encontrado ruedas de piedra enormes cuya finalidad se sugiere podría haber sido el ocultar el acceso desde esas oreadas viviendas hasta las ciudades subterráneas privadas de otros accesos salvo los así fuertemente protegidos.

Turmalitas, jades y capullos completaron la jornada que nos condujo a nuestro, otro, bien ganado tesoro del día: el descanso

Antes de cerrar los ojos, para que el cerebro reorganice impulsos, percepciones y sensaciones, vivencias en suma, un ultimo pensamiento para ese nuevo saber adquirido que ha supuesto conocer el intercambio de 1,5 millones de griegos y turcos, unos desde la capadocia hasta su patria y otros desde Grecia hasta la suya, como consecuencia de la estabilidad necesaria tras el tumulto de la primera guerra mundial, fin del imperio otomano que se alió al bando perdedor. Fin de la presencia de los cristianos ortodoxos en la Capadocia. Fin de la Entropía?

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